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La Comuna

Coghlan: sobresen a Cristian Graf en la causa por encubrimiento del homicidio de Diego Fernández Lima

A diferencia del fiscal, el juez planteó que el hombre no intentó desviar la investigación. Los restos del joven desaparecido en 1984 fueron hallados en mayo de este año en la vivienda de la familia del acusado. 

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Tras la indagatoria, el juez Alejandro Litvack, a cargo del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Nº56, sobreseyó a Cristian Graf, quien estaba acusado de encubrir el crimen de Diego Fernández Lima, un joven desaparecido en 1984 cuyo cuerpo apareció en mayo de este año enterrado bajo una medianera en la casa de la familia del sospechoso, en el barrio de Coghlan.

Graf y Lima fueron compañeros en el segundo año de la Escuela Nacional de Educación Técnica (ENET) N°36 “Almirante Brown”, actualmente ubicada en el Polo Educativo Saavedra.

El abogado de Graf resaltó el trabajo realizado para “lograr esta resolución” y dijo recibirla “con satisfacción”: “Son dos delitos que él nunca pudo cometer”.

En base a la acusación del  fiscal Martín López Perrando a cargo de la Fiscalía Nacional en lo Criminal y Correccional N°61, el acusado había sido indagado por los delitos de “encubrimiento agravado”, previsto en el artículo 277 incisos 1° y 3°, apartados “a” y “c”, del Código Penal y que contempla una pena de prisión entre 1 y 6 años; y “supresión de evidencia” (artículo 255 CP), que establece prisión de entre un mes y 4 años.

“La investigación ya estaba iniciada, se había realizado el correspondiente vallado y la evacuación del personal de la obra del terreno en cuestión, y hasta incluso estaba interviniendo la policía científica en la recopilación de los huesos”, señaló el magistrado, quien consideró que “por lo tanto, a esa altura, difícilmente podría desviar una investigación ya comenzada, ya que no tuvo ningún acto positivo para con las autoridades policiales ni judiciales que se encontraban allí”.

El juez remarcó que Graf “no mintió o confundió a quienes comenzaron con la investigación del hecho, dando pistas falsas para desviar la pesquisa, sino que fueron simplemente expresiones realizadas a otras personas”.

El hallazgo de los huesos ocurrió dentro de la propiedad de Congreso 3742. Al lado, en Congreso 3748, vivió a comienzos de los años 2000 el músico Gustavo Cerati entre 2002 y 2003. Había sido propiedad de la artista Marina Olmi -hermana del actor Boy Olmi-. Por eso el aso tuvo tanta repercusión.

El Ministerio Público Fiscal de la Nación repasó sobre el caso: Diego “el Gaita” Fernández Lima tenía 16 años cuando desapareció en la tarde del 26 de julio de 1984. Aquel día volvió del colegio, almorzó con su madre y le pidió dinero para tomarse el colectivo para ir a visitar a un amigo. Un conocido lo cruzó en la esquina de Rómulo Naón y Monroe, en Villa Urquiza y lo saludo. Fue la última vez que alguien lo vio. Nunca llegó a la clase de la tarde en el ENET N°36, entonces ubicado en las calles Ballivián y la actual Combatientes de Malvinas (ex Donato Álvarez).

Alrededor de las 20.30, como el joven no volvía, sus padres Juan Benigno Fernández e Irma Lima, fueron a la entonces comisaría 39 de la Policía Federal para reportar su desaparición, donde asentaron el caso como una presunta “fuga de hogar”. Así, comenzó una búsqueda con panfletos pegados en el barrio, al tiempo que trataron de visibilizar su desaparición en los medios de comunicación. Su padre, dio una entrevista por el caso, en 1986, y murió sin saber el destino de su hijo. Por su parte, la madre del joven y sus hermanos, aún lo buscaban.

Los restos óseos aún sin identificar de Fernández Lima aparecieron el 20 de mayo pasado, cuando un grupo de obreros levantaba una pared medianera en la casa de avenida Congreso 3748 que había sido propiedad de la artista Marina Olmi -hermana del actor Boy Olmi-, y que había alquilado el músico Gustavo Cerati, entre 2002 y 2003 y se produjo un desmoronamiento de tierra desde el jardín del chalet lindero de Congreso 3742, donde vivía, desde los años ’70, el excompañero de escuela de la víctima con su familia.

Los obreros le avisaron del hallazgo a una de las dueñas de la vivienda lindera -hermana del ahora imputado-, al tiempo que un vecino dio aviso a la policía. Así, la investigación recayó en la fiscalía a cargo de López Perrando, quien dio intervención al Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF). Al analizar los 151 fragmentos de huesos hallados, los especialistas determinaron que el adolescente fue asesinado de una puñalada en el tórax que dejó una marca en su cuarta costilla derecha. También que, tras el crimen, intentaron desmembrarlo, aunque no pudieron. Tras ello, lo enterraron en una improvisada fosa a 60 centímetros de profundidad en el jardín de la casa.

Junto a los restos óseos, había una moneda japonesa, un reloj con calculadora Casio -fabricado en Japón en 1982-, un llavero flotante naranja con una llave, una ficha de casino, la hebilla de un cinturón, la suela de un mocasín talle 41 y una corbata tejida de uniforme colegial. Estos elementos brindaron indicios sobre la edad de la víctima y permitieron fijar la década del ’80 como la época en la que se habría cometido el crimen.

La difusión mediática que fue surgiendo del caso llamó la atención de un sobrino de la víctima que sospechó que el NN enterrado en Coghlan podía ser su tío desaparecido hace 41 años. Así, sus familiares se presentaron ante la fiscalía y se obtuvo una muestra genética de la madre de Diego -que hoy tiene 87 años- y que, al ser cotejada con sus restos, dio positivo y permitió su certera identificación.

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