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El Barrio

La Embajada de China donó un busto de Confucio a la Ciudad

Es para instalar en la Sicilia de Palermo. La sede diplomática del gigante asiático está ubicada en el barrio de Saavedra.

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Foto: Google / fasnueve

La Embajada de la República Popular China en Argentina, ubicada en la avenida Crisólogo Larralde 5349, barrio de Saavedra, donó un busto en homenaje al pensador, filósofo y educador Confucio.

Los legisladores Jiang Ping Yuan y Omar Abboud (Vamos Juntos) presentaron un proyecto de ley para que la administración porteña acepte la pieza y la instale en en la Plaza Sicilia, ubicada en avenida del Libertador y Sarmiento, Palermo.

“Sin dudas Confucio es una de las grandes figuras de la historia del pensamiento humano, cuyas enseñanzas e influencias trascendieron ampliamente las frontera de China y calaron hondo en millones de personas a lo largo del mundo. Su filosofía, a más de dos mil años de su muerte, no ha perdido vigencia y sus enseñanzas pueden aplicarse a situaciones actuales como una prédica a la benevolencia, la tolerancia, la humildad, la discreción y el respeto mutuo”, destacan los legisladores.

El proyecto de ley incluye una reseña sobre la vida Confucio. Su nombre en chino es Kung Fu-Tse nació el 28 de Septiembre del 551 a.C. en el antiguo estado de Lu, actual provincia de Shandong, China. Fue un importante pensador chino creador del confucianismo, conjunto de valores morales y sociales diseñados para armonizar a ciudadanos y gobiernos entre sí y con los antepasados. El pensamiento de Confucio gira alrededor de la educación como fuente de virtud. Pregona principalmente 3 virtudes fundamentales: la bondad, que genera alegría y paz interior; la ciencia, que permite disipar las dudas; y la valentía, que ahuyenta toda forma de miedo. En su pensamiento se ve un espíritu tolerante, que aboga por la reflexión y la moderación en la conducta.

Si bien nació en el seno de una familia adinerada, pues eran terratenientes nobles del clan de los Kong, tras la muerte de su padre la familia quedó en la pobreza. A pesar de ello recibió una muy buena educación. Aunque vivió en una época en la que reinaban las guerras y la confusión, nunca desistió de su empeño por encontrar y difundir un camino hacia la superación de las dificultades a través del conocimiento. Ejerció como maestro y funcionario durante la dinastía Chu. En su ejercicio como funcionario trabajó para la administración del estado de Lu donde llegó a ser ministro de Justicia, aunque terminó dimitiendo pues no estaba de acuerdo con la política del príncipe.

Foto: Web

Después de dejar  su puesto de funcionario, se dedicó a instruir a sus discípulos enseñando sus reflexiones y viajando por toda la región. Fue entonces cuando alcanzó su reputación de sabio. Confucio respetaba las costumbres y tradiciones chinas, apoyándose en la literatura y la música, por ejemplo, enseñó a sus alumnos los clásicos antiguos de la literatura china. Esta reputación se extendió por el territorio de Lu y luego propagándose por toda China.

Las enseñanzas de Confucio, cuyo pensamiento originó el Confucianismo, una corriente filosófica que fue la religión oficial de China y territorios adyacentes hasta el siglo VII, fueron transmitidas y conservadas por sus discípulos, con quienes desarrolló 5 textos tradicionales de gran relevancia en la cultura china. El célebre Yi-King o Libro de las Mutaciones, el Chu-King o Canon de la Historia, el Chi-King (Libro de las Canciones), el Li-Ki (Libro de los Ritos) y los Chun-Ching o Anales de primavera y otoño. El Lunyu (Analectas) es considerada la fuente de información más fidedigna sobre su vida y enseñanzas.

Su pensamiento fue introducido en occidente por el jesuíta Matteo Ricci, quien fue el primero en latinizar su nombre como “Confucio”. Lejos de la mística y las creencias religiosas, la enseñanza de Confucio se propone como una filosofía práctica, como un sistema de pensamiento orientado hacia la vida y destinado al perfeccionamiento de uno mismo. El objetivo no es la “salvación”, sino la sabiduría y el auto-conocimiento.

En el año 484 a.C., después de que su búsqueda de un gobernante ideal se revelara por completo infructuosa, volvió por última vez a Lu donde pasó el resto de su vida escribiendo sobre autores clásicos chinos que había utilizado como influencias en su pensamiento. Falleció en el año 479 a.C. y fue enterrado en Qufu, Shandong. Cosechó fama como hombre de saber y carácter, gran defensor de las costumbres tradicionales y su figura se volvió tan amplia que llegó a cada rincón de China. Aunque intentó primero enseñarle a los nobles y príncipes, se limitó a los discípulos quienes se cuentan en más de tres mil,  pues tuvo mayor cercanía con personas del común. Fue gracias a ellos que su pensamiento se difundió y el confucianismo se consolidó.

En 1994 el templo, la residencia de la familia Kong y el cementerio de Confucio fueron declarados patrimonio cultural de la humanidad por su gran influencia en la cultura China y en la occidental mucho tiempo después. Destruido y reconstruido a lo largo de los siglos, el templo erigido en su memoria en el año 478 a.C. cuenta hoy con más de cien edificios. El cementerio alberga la tumba del filósofo y los restos de más de 100.000 de sus descendientes. La casa primitiva de la familia Kong se convirtió con el correr del tiempo en una mansión aristocrática de enormes proporciones, de la que subsisten 152 edificaciones. Los monumentos de Qufu han conservado su extraordinario carácter artí­stico e histórico gracias a la devoción de los sucesivos emperadores que ejercieron el poder en China a lo largo de dos milenios.

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