La Comuna
Asesinato de Diego Fernández en Coghlan: el juez indagará al excompañero por presunto encubrimiento
La decisión se dio en línea con el nuevo pedido de indagatoria que el lunes pasado había formulado el fiscal Martín López Perrando, a cargo de la Fiscalía Nacional en lo Criminal y Correccional N°61.

El titular del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional N°56, Alejandro Litvack resolvió indagar, el próximo 17 de octubre, al excompañero de Diego Fernández Lima, en cuya casa de Coghlan hallaron sus restos. La decisión se dio en línea con el nuevo pedido de indagatoria que el lunes pasado había formulado el fiscal Martín López Perrando, a cargo de la Fiscalía Nacional en lo Criminal y Correccional N°61, informó el Ministerio Público Fiscal de la Nación (Procuración General de la Nación).
Según fuentes judiciales, el representante del Ministerio Público Fiscal circunscribió su imputación a los actos desplegados por el sospechoso desde el 20 de mayo pasado, cuando se descubrieron restos y pertenencias del joven desaparecido el 26 de julio de 1984.
El acusado, de 58 años, será indagado en orden a los delitos de “encubrimiento agravado”, previsto en el artículo 277 incisos 1° y 3°, apartados “a” y “c”, del Código Penal y que contempla una pena de prisión entre 1 y 6 años; y “supresión de evidencia” (artículo 255 CP), que establece prisión de entre un mes y 4 años.
En la ampliación de su dictamen, el fiscal López Perrando insistió en que luego del hallazgo el sospechoso “llevó a cabo una serie de maniobras unívocas destinadas a encubrir el hecho precedente”. Entre ellas estacó la generación de explicaciones inverosímiles como la existencia de una iglesia o un establo o que los huesos habían llegado en un camión con tierra cuando hicieron la pileta; la conducta contradictoria y evasiva frente a testigos y autoridades para desviar la investigación; la pasividad ante el hallazgo y la incipiente investigación.
Agregó que el hombre comenzó a interesarse en el hallazgo cuando se identificaron los restos de quien, en 1983, fue su compañero en el segundo año de la Escuela Nacional de Educación Técnica (ENET) N°36 “Almirante Brown”, y lo que explicaría el Fernández Lima “pudiera haber llegado al inmueble de Av. Congreso 3742 por propia voluntad, sea para visitar al imputado o a su familia o cualquier otra contingencia”, repasó el MPF.
Además, el López Perrando señaló “que, si bien no fue posible aún, determinar fehacientemente la autoría del homicidio de Diego Fernández, sí pudo acreditarse que la víctima fue asesinada y ocultada en el interior de la finca” que habita -y habitaba- el imputado “tras lo cual inmediatamente luego del hallazgo de los restos practicó diversas maniobras tendientes a encubrir la averiguación de la verdad”, contaron fuentes judiciales.
“Aún si no hubiera sido posible obtener mayores precisiones respecto de los restos óseos de la persona hallada, esto es la data de su muerte, la forma en que esta se produjo, su identidad, las circunstancias que rodearon su desaparición previa y la relación entre la víctima y los ocupantes de la vivienda, lo cierto es que la sola presencia del cuerpo de un adolescente enterrado en el fondo de una vivienda habitada en forma continua e ininterrumpida por una misma familia, resultaría suficiente indagar entre sus históricos ocupantes a fin de conocer la verdad sobre los antecedentes del macabro descubrimiento”, puntualizó el representante del Ministerio Público Fiscal.
Qué se sabe del caso hasta el momento
El MPF repasó lo que se conoce sobre esta historia que vincula al barrio de Coghlan con Saavedra, ya que aquí está ubicada la escuela a la que asistían la víctima y el sospechoso.
Diego “el Gaita” Fernández Lima tenía 16 años cuando desapareció en la tarde del 26 de julio de 1984. Aquel día volvió del colegio, almorzó con su madre y le pidió dinero para tomarse el colectivo para ir a visitar a un amigo.
Un conocido lo cruzó en la esquina de Rómulo Naón y Monroe, en Villa Urquiza y lo saludo. Fue la última vez que alguien lo vio. Nunca llegó a la clase de la tarde en el ENET N°36, entonces ubicado en las calles Ballivián y la actual Combatientes de Malvinas (ex Donato Álvarez).
Alrededor de las 20.30, como el joven no volvía, sus padres Juan Benigno Fernández e Irma Lima, fueron a la entonces comisaría 39 de la Policía Federal para reportar su desaparición, donde asentaron el caso como una presunta “fuga de hogar”.
Así, comenzó una búsqueda con panfletos pegados en el barrio, al tiempo que trataron de visibilizar su desaparición en los medios de comunicación. Su padre, dio una entrevista por el caso, en 1986, y murió sin saber el destino de su hijo. Por su parte, la madre del joven y sus hermanos, aún lo buscaban.
Los restos óseos aún sin identificar de Fernández Lima aparecieron el 20 de mayo pasado, cuando un grupo de obreros levantaba una pared medianera en la casa de avenida Congreso 3748 que había sido propiedad de la artista Marina Olmi -hermana del actor Boy Olmi-, y que había alquilado el músico Gustavo Cerati, entre 2002 y 2003 y se produjo un desmoronamiento de tierra desde el jardín del chalet lindero de Congreso 3742, donde vivía, desde los años ’70, el excompañero de escuela de la víctima con su familia.
Los obreros le avisaron del hallazgo a una de las dueñas de la vivienda lindera -hermana del ahora imputado-, al tiempo que un vecino dio aviso a la policía. Así, la investigación recayó en la fiscalía a cargo de López Perrando, quien dio intervención al Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF). Al analizar los 151 fragmentos de huesos hallados, los especialistas determinaron que el adolescente fue asesinado de una puñalada en el tórax que dejó una marca en su cuarta costilla derecha. También que, tras el crimen, intentaron desmembrarlo, aunque no pudieron. Tras ello, lo enterraron en una improvisada fosa a 60 centímetros de profundidad en el jardín de la casa.
Junto a los restos óseos, había una moneda japonesa, un reloj con calculadora Casio -fabricado en Japón en 1982-, un llavero flotante naranja con una llave, una ficha de casino, la hebilla de un cinturón, la suela de un mocasín talle 41 y una corbata tejida de uniforme colegial. Estos elementos brindaron indicios sobre la edad de la víctima y permitieron fijar la década del ’80 como la época en la que se habría cometido el crimen.
La difusión mediática que fue surgiendo del caso llamó la atención de un sobrino de la víctima que sospechó que el NN enterrado en Coghlan podía ser su tío desaparecido hace 41 años. Así, sus familiares se presentaron ante la fiscalía y se obtuvo una muestra genética de la madre de Diego -que hoy tiene 87 años- y que, al ser cotejada con sus restos, dio positivo y permitió su certera identificación.
