Crónica de un ritual donde todos se parecían a Santiago Maldonado (encuentro en Parque Saavedra)

Con las rejas atrás y de ellas, colgadas banderas pidiendo por Santiago. Una zona liberada a la transversalidad de los ismos, a la militancia por la vida. La cara del “che”, pintada hace años que parecía decirnos aquello de,” Endurecerse sin perder la ternura”, un escenario sobre el pasto para que nadie esté más arriba y se extienda a todo el parque, Mientras las arañas y los gusanos tejían y dejaban papelitos con mensajes para Santi por todos lados, mientras sonaban los parches que no se callan en una insistente” llamada”. Y una intervención artística en la que máscaras de Santiago le susurraban cosas a la gente. Y compañeros y compañeras, estampaban remeras a cuatro manos.

El supuesto escenario se agigantaba orgulloso con nuestros músicos Saavedrinos y los poetas sólo hablaban de Santiago. A coro, haciendo que escuchen los indiferentes se cantaban consignas…”Dónde está….” “Aparición con vida….” “Yo sabía, yo sabía….” Y como si fuera poco, para no resignarnos ante ninguna oscuridad, apareció en la pared de los baños el rostro gigante de Santiago con algunas leyendas, asombrando a fantasmas y aquelarres.

Un barrio, un parque que sopla luz de libertad, que a veces va por lo imposible, porque de lo posible ya está harto, que empuja sus sueños, que no engrasa sus ejes porque le gusta que suenen.
Las lágrimas de confundidas y fundidas y mezcladas sensaciones. Los abrazos que no pretenden ser explicados. Se sabe por y para quién eran. Lo solidario y la otredad en el gesto de los que viven en la calle que nos quisieron dar un puñado de billetes arrugados, diciendo, “Pa los gastos”, Los harapos, los remiendos como banderas al viento saludando a Santiago.

Cuidándonos, sin miedo. No hubo policías, ni infiltrados, ni provocadores. Y todo lo que hicieron antes enquilombando computadoras y confundiendo, de nada les sirvió. No saben que cuando Saavedra sopla, no hay manera de parar el viento.

¿Dónde está hoy Santiago?

Hay gente que con solo decir una palabra
enciende la ilusión y los rosales,
que con sólo sonreír entre los ojos
nos invita a viajar por otras zonas,
nos hace recorrer toda la magia.
Hay gente, que con solo dar la mano
rompe la soledad, pone la mesa,
sirve el puchero, coloca las guirnaldas.
Que con solo empuñar una guitarra
hace una sinfonía de entrecasa.
Hay gente que con solo abrir la boca
llega hasta todos los límites del alma,
alimenta una flor, inventa sueños,
hace cantar el vino en las tinajas
y se queda después, como si nada.
Y uno se va de novio con la vida
desterrando una muerte solitaria,
pues sabe, que a la vuelta de la esquina,
hay gente que es así, tan necesaria. (Lima Quintana)

SALUD A LA COFRADIA