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El Barrio

Barrio de Saavedra: de trifulcas, tangueros y futbolistas

Saavedra tiene historias que merecen ser contadas, para que las próximas generaciones conozcan a uno de los barrios mas pintorescos que tiene la Ciudad de Buenos Aires.

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📷 Archivo Saavedra Online

Tarde de verano. 36 grados de temperatura. La ciudad es un horno. El calor es agobiante y el ambiente casi irrespirable. Muy caluroso para ser febrero. Camino por Av. Ricardo Balbin llegando a Núñez en busca del mítico bar (antiguamente pulpería) La Sirena. Claro, estoy en Saavedra, barrio porteño de tangueros y futbolistas, territorio exclusivo del Polaco Goyeneche, un icono del tango argentino, hincha del Calamar y entrañable ex chofer de la línea 19.

La Sirena fue una fonda que data de 1876, en ella paraban obreros y compadritos donde se reunían a tomar ginebra y whisky después de largas jornadas de trabajo, allá por los años 20, cuando Saavedra era una zona rural, a contraposición de los que es ahora, un barrio residencial y elegante. En las mesas de La Sirena se sentaron Julio Cozzi, el mismo Polaco y Edmundo Rivero. Un bar con nostalgia futbolera y tanguera.

Después me traslado al limite con Vicente Lopez, para conocer la vida de los hermanos Trifulca: Carlos y Francisco Cosentino, personajes del hampa de los años 30, dueños del café La Puñalada, que estaba a metros de la Av. Gral. Paz.

El lugar, un café de sainete, era reunión de gente de gavillas y rufianes.

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En la novela Los Lanzallamas, el gran escritor nacido en Flores, Roberto Arlt, los desvaloriza en el universo del crimen, cuando en las meditaciones decía “la agonía del Rufián Melancólico (…) como fantasmas pasan ante sus ojos los contertulios de la ladronera de los hermanos Trifulca, reducidores y batidores “.

Me queda, “El Cajón”, otro bar situado a escasos metros de las vías del tranvía que pasaba cerca de Puente Saavedra. Acá se alzaba el famoso boliche, lugar que frecuentaban malandras, cantores y guitarreros. Siempre había un “campana” parado en la puerta, para avisar cuando venía la policía. Al ver la llegada de los uniformados, todos los parroquianos huían despavoridos, en minutos se convertían en atletas de alto rendimiento para no ser alcanzados por la autoridad, pasándose del otro lado de Cabildo, donde el cambio de la jurisdicción los beneficiaba. La viveza criolla argentina siempre está presente.

Saavedra tiene más historias, que merecen ser contadas, para que las próximas generaciones conozcan a uno de los barrios mas pintorescos que tiene la Ciudad de Buenos Aires.

Acerca de David Maximiliano López

Cronista de todos los barrios, recorre la Ciudad contando anécdotas inéditas que muchos vecinos no saben para aportar valor cultural en cada uno de ellos. David busca que sus textos “influyan en la mente del lector, que el lector quede reflexionado y también hacerle sentir un viaje al pasado. El vecino debe tener un ferviente sentido de pertenencia al barrio en el que vive y sentirse orgulloso de él. Eso también es lo que busco”, cuenta a Saavedra Online.

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