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El Barrio

María Belén García, ultra maratonista y triatleta: “Cada día Saavedra es el destino de mis entrenamientos”

Participa en competencias del circuito local y también ha viajado a Nueva York, Chicago, Berlín y otros grandes eventos internacionales. “Todo es cuestión de conducta y disciplina. Y tener una cabeza que te impulse a querer superarte y lograr siempre un poco más”, destaca en diálogo con Saavedra Online.

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“No existe el no puedo en mi cabeza, sé que si empiezo algo lo voy a terminar como sea”, nos cuenta María Belén García, ultra maratonista y triatleta que se entrena en el barrio de Saavedra para competencias de alto rendimiento. Participó en eventos de relevancia internacional como las maratones de Nueva York, Chicago y Berlín. También cruzó los Andes y espera en breve visitar Londres y ser parte del Patagonia Run 2021. Con la misma determinación, vive su “otra pasión”, la pintura: “Descubrí que me encantaba, me relaja y me da paz”. 

-¿Hace cuánto tiempo que hacés deporte? ¿Tenés un recuerdo puntual que te haya marcado?
-Siempre me gustó hacer actividad física. Desde pequeña me anotaba en todo lo que se me presentaba. Ya sea gimnasia, patín, natación, spinning. Ya de grande, continúe haciéndolo aunque alternando con períodos en los que no hice nada porque mi prioridad siempre fueron mis hijos. Tengo cuatro hijos a los que amo con mi vida.
Con ellos ya más grandes, un verano del 2015 salí a correr. Cómo empezamos todos, primero una vuelta a la manzana, luego dos y así hasta llegar a mi record de 60k. Pero como siempre digo, todo es cuestión de conducta y disciplina. Y tener una cabeza que te impulse a querer superarte y lograr siempre un poco más.

-¿Cómo te decidiste por las ultra maratones y los triatlones?
– En Febrero de 2016 corrí mi primer cruce Columbia (una carrera de aventura que une Argentina con Chile a través de la Cordillera de los Andes). 100k en tres días. Había visto un video de esa carrera y me enamoré. Supe que quería estar ahí. Y me anoté. Tenía siete meses por delante para prepararme. Hasta ese momento no había corrido más de 21k en calle pero mis ganas eran tan grandes que me puse a entrenar. Sumé kilómetros y muchas cuestas. Llegué con muchos nervios, sin haber corrido nunca en la montaña y sin saber si estaba realmente preparada para semejante desafío. En la primera etapa, alrededor del kilómetro 20, me puse a llorar. Ahí me di cuenta que me sentía perfecta, que mis piernas corrían solas. Me sentí enteramente feliz y supe que ese era mi punto de partida. Que de ahí en más, era seguir entrenando y sumar kilómetros. Iba por el camino correcto.
Cada meta lograda es una llegada pero es la largada de un nuevo desafío. Primero fue probar una ultramaratón. 50k en Córdoba, con la ilusión de sumar puntos para ir correr la UTMB. Madre de todas las carreras de trail. Cosa que realicé en el 2019.

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-¿Cómo fue la preparación física para tus primeras competencias? ¿Cómo se prepara la cabeza de un deportista para desafíos de este tipo?
-Siento que tengo un cuerpo privilegiado, ya que nunca tuve que parar por una lesión. Obviamente hay un entrenador que me guía y una alimentación y vida sana. Porque no sólo es entrenar.
De a poco fui agregando el ciclismo y la natación. Y me animé a los primeros triatlones. En 2019 hice el 5150 ironman. Paso previo al 70.3 que quedó como meta para el 2021.
No existe el no puedo en mi cabeza, sé que si empiezo algo lo voy a terminar como sea. Tengo a mi papá, mi ángel guardián, que me acompaña en cada aventura. Y me da la fuerza que necesito cuando las piernas flaquean. Para eso entreno seis días a la semana y a veces doble turno. Martes, jueves, sábado y domingo running y natación. Miércoles transiciones bici y running. Viernes ciclismo. Dos veces por semana gimnasio para trabajar fuerza y tren superior. Normalmente entreno sola porque me gusta disponer de mis tiempos aunque a veces es muy lindo compartir los entrenos con los amigos.

-¿Qué competencias en el exterior fueron más importantes para vos?
-Mi primera maratón la corrí en New York en el 2016. Sin duda ese fue un gran año. Con muchos nervios ya que jamás había corrido la madre de todas las distancias y encima en un país extranjero. Fue por eso que cruzar ese arco fue tan maravilloso. No podía parar de llorar. Fue una experiencia única e inolvidable. Correr en esa ciudad que se paraliza por ese evento, oír mi nombre, mi país, ¡Maradona! mientras corría. Maravilloso.
Luego hubieron otras, como Berlín y Chicago. Pero sin dudas New York fue la que me marcó y la que voy a recordar siempre.

– ¿Qué competencias tenés en mente a futuro?
-Este año estaba anotada para correr Londres. La misma se postergó para octubre 2021. Pero antes voy por los 70k de Patagonia Run en abril.
Sin duda, va a ser un año intenso si Dios quiere. Y muy deseado. Abril 70k Patagonia Run, octubre maratón de Londres y fin de año el 70.3 Ironman. Pero como siempre digo, lo que se hace con pasión y amor cuesta menos y se disfruta el doble. Y a mi me hace enteramente feliz.

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-¿Hace cuánto tiempo empezaste a pintar? Cómo descubriste que te gustaba? Siempre utilizaste los mismos materiales o fuiste experimentando?
– Mi otra pasión es la pintura. Empecé a pintar en el 2000. Me había mudado a Chile por trabajo por dos años. Y lo hice como terapia. Hacia días había fallecido mi papá. Necesitaba ocupar mi tiempo. Y como todo, no lo deje jamás. Descubrí que me encantaba, me relaja y me da paz. Siempre pinté al óleo. Principalmente paisajes. Cada viaje que hago es un futuro cuadro. También pinto mucho sobre mi barrio Villa Devoto, al que amo y en donde vivo.

-¿Qué es lo que más te gusta de la zona de Saavedra? ¿Qué lugares frecuentás?
-Mi segundo barrio es Saavedra. Mi destino de cada día de mis entrenamientos. Adoro llegar al parque, correr rodeada de tanto verde. Conozco donde me marcan cada uno de los kilómetros y que recorrido tengo que hacer según mi rutina.

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El Barrio

Aurora, vecina de 100 años: “De Saavedra nunca me fui”

Se crió y vivió en la zona de San Isidro Labrador. Costurera, operaria telefónica, ama de casa, esposa por más de seis décadas, pilar de una extensa y prolífica familia. De grande, descubrió su amor por la pintura y en noviembre del año pasado, en la víspera de su centenario, realizó una exposición en el Club Juventud de Saavedra.

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Una vida plena y colorida, como sus cuadros. Si el barrio de Saavedra celebró en abril 152 años de existencia, la vecina Aurora puede decir orgullosa que está aquí como testigo y protagonista privilegiada desde hace más de un siglo.

Costurera, operaria telefónica, ama de casa, esposa por más de seis décadas, pilar de una extensa y prolífica familia. Aurora vivió las distintas épocas y los cambios del barrio. De grande, descubrió su amor por la pintura y en noviembre del año pasado, en la víspera de su centenario, realizó una exposición en el Club Juventud de Saavedra. Fue además una jornada solidaria, con la que reunió dos autos llenos de alimentos no precederos que donó a la Iglesia San Isidro Labrador, esa misma en la que tomó la comunión apenas se había construido el templo local, en los años treinta.

“La cantidad de mercaderías que trajeron, me puso muy feliz haberlo logrado”, asegura la vecina, quien se muestra agradecida a la vida y a su familia por todos estos años en el barrio junto a los suyos.

“De Saavedra nunca me fui”, dice orgullosa en su casa de la calle Ramallo. Hija de un matrimonio de migrantes italianos, nació el 11 de diciembre de 1924 en su casa familiar de la calle Arias. “Estoy anotada el día 12, mi papá había ido al día siguiente al registro civil a anotarme. Era algo muy usual en la época”, repasa.

En aquellos tiempos todavía prevalecía el Saavedra casi rural de los tiempos de las chacras. Aurora recuerda que “había muy pocas casas” y que todas las calles eran de tierra a excepción de Arcos, que “estaba adoquinada”.

“Hoy parece una locura, pero en ese momento pasaba un hombre con una vaca a repartir leche. La vaca bajaba por Pico para la leche. Salía mi mamá y ponía el jarrito para la leche. También pasaba el pescador. Eran otras formas”, recuerda.

Aurora es testigo privilegiada de aquellas andadas del barrio, incluido el orgullo de haber sido de la primera camada de niños y niñas que tomó la comunión en la Iglesia San Isidro Labrador, en la década de 1930.

Los paseos de Aurora y su familia por el barrio son los que llegan a nuestros días en forma de fotos blanquinegras y relatos míticos de construcciones que ya no están. Ella recuerda el puente levadizo en el ingreso al Parque Saavedra en la época en que el Arroyo Medrano todavía estaba a cielo abierto: “Me acuerdo de haberlo visto, pasaba el tranvía y le daba toda la vuelta”.

Aurora hizo la primaria en la Escuela Manuel Dorrego de Besares al 2900. “En esa época no había otra. Me acuerdo de los maestros, del portero, de todos me acuerdo. Ahí hice hasta sexto grado”, cuenta Aurora y expresa que, cuando la institución cumplió 100 años en 2008, se quedó con ganas de haber ido al festejo. “Me dio vergüenza, pero fue un lugar muy lindo e importante para mí”.

De adolescente, la vecina empezó a trabajar en el rubro de costura. “Había que trabajar. En esa época era muy distinto”, asegura la vecina. Primero, trabajó en forma particular para varias señoras. Hizo bordados y confeccionó lencería. Después empezó a trabajar en una empresa del centro que abastecía a “gente de sociedad” que residía en Recoleta y Barrio Norte. “Lo que era la época, que ellos me daban las telas, que salían fortunas, y yo venía a casa y cosía acá”, repasa.

Ya con 18 años, gracias a una prima, pudo entrar al teléfono del Estado, en las oficinas que tenía en Maipú y Urquiza, en Vicente López, a unas 15 cuadras del Puente Saavedra. Fue operadora y se encargaba de conectar líneas de la zona. “De los nervios la primera prueba médica no la había pasado. Después entré lo más bien. Fui la última que lo hizo solo con el primario, después ya pedían secundaria”.

“En el teléfono trabajé poco”, resume Aurora para dar lugar a la historia de amor que le cambió la vida y que tuvo al barrio de protagonista.

A los 20 conoció a Vito, quien se convirtió al poco tiempo en su marido, con el que disfrutaron más de 63 años de matrimonio unidos y una extensa familia que hoy es la compañía amorosa y el sostén de esta centenaria vecina.

“Nosotros nos conocimos del barrio, pero era de un saludo de vecinos. Íbamos a bailar al club Pico (¿es el Loma de Saavedra actual?), cerca de donde yo vivía. A mí me encantaba ir a los bailes, iba todos los domingos, cuando yo venía del trabajo. En ese tiempo tenía que ir todo el tiempo con mi hermana menor. Él era tesorero del club, siempre estaba de traje, camisa y corbata, una cosa bárbara”.

Además, quien luego fue su marido era una persona conocida en el barrio, atendía en una peluquería de gran concurrencia que en ese momento se ubicada en Cabildo al 4500 esquina Arias, en donde hasta hace poco se ubicada Metrogas. “Tenía su clientela”, recuerda Aurora.

Fue en ese mismo club del barrio en que el flechazo fue definitivo: “Él un día me sacó a bailar y yo me puse tan nerviosa que ni sabía qué contestarle. Así empezamos a salir. Estuvimos de novios un año y medio y nos casamos. En esa época esas cosas eran así rápidas”, evoca Aurora.

Como se estilaba en ese tiempo, Vito fue a pedirle la mano al padre de Aurora y la anécdota de lo que pasó resuena hasta el presente.

“Cuando mi marido vino a pedir mi mano, mi papá le abrió la puerta y le dijo “usted me arruinó””. Y no se referiría a la hija, sino a una bronca de antaño.

“Una vez mi papá fue a la peluquería de Cabildo y Pico y mi marido, que en esa época era mucho más joven, tenía unos 18 años y estaba de aprendiz (después se hizo dueño), se quiso cortar el pelo de una forma bien cortito y parado. El dueño de la peluquería le dijo a mi marido que lo haga, pero no quedó bien”, reconstruyó Aurora tiempo después.

Además, el hecho de que yerno y suegro se llevaran “como perros y gatos” venía en la sangre, pese a que se llevaban solo 10 años de diferencia. El padre de Aurora era de Piamonte mientras que el marido venía de Sicilia, una rivalidad italiana que venía al otro lado del Atlántico. “Yo no me podía casar con un siciliano”, bromea Aurora.

Superado todo eso, llegó el momento de dar el sí. “Yo iba a cumplir los 22 años en diciembre y el 10 de octubre nos casamos. Dos días después, el 12 de octubre, él había cumplido los 35”.

Recién casados, vivieron en un departamento de Besares, entre Cabildo y Vuelta de Obligado, que era de los suegros. Al poco tiempo, nació su primer hijo y la familia se trasladó a la casa de la calle Ramallo, el actual hogar de Aurora.

Por aquella época, el dueño del local de la peluquería le había pedido las llaves. “Como estaba lo de la Ley de alquileres en esa época (mediados de la década de 1940, primer gobierno peronista), mi marido pudo acceder a un crédito hipotecario y arregló para comprar el local, a la vez que pudo comprar la casa de Ramallo, que luego con los años reformamos y ampliamos. En esa época con un trabajo como el de mi marido se podían hacer esas cosas”, resalta Aurora.

“Mi marido hacia las compras y no decía nada, vino y me dijo que había comprado la casa”, recuerda sobre la felicidad de aquel entonces. De hecho, parte de aquella casa original todavía se conserva, con una serie de reformas posteriores.

En aquella propiedad de Ramallo es donde la vida del matrimonio transcurrió y donde la familia se agrandó, donde pasaron las generaciones y se consolidaron recuerdos felices.

Aurora y su marido tuvieron dos hijos, de los cuales vinieron cuatro nietos, tres bisnietos y hasta dos nietos y una bisnieta del corazón (por parte de una sobrina de parte de Vito).

La centenaria vecina de Saavedra las décadas siguientes trabajó como ama de casa y fue parte clave en el sostenimiento familiar. En tanto, continuaban los proyectos y dos de sus hijos, junto a un tercer socio, fundaron en 1972 en la plata baja de la casa el local de repuestos vehiculares Fito Norte, un clásico del barrio.

Aurora continúo con sus tareas hogareñas y nunca perdió la iniciativa. Ya de grande, a los 80, se encontró el gusto por la pintura. Empezó a ir a la sede de PAMI en Cabildo al 4300. “Ahí había una profesora de dibujo y me venía perfecto. Se festejaban los cumpleaños, hacían comidas. Me gustaba mucho. Después con una amiga empezamos en un taller de Correa y Cramer. Con esa profesora hice tres o cuatro exposiciones en el centro. Todas las veces que presentaba un cuadro decía “Viste, Vito, a dónde llegué”. La profesora destacaba en los brindis que yo era la artista más grande de la exposición. Era lindo”, recuerda Aurora.

La vecina continuó pintando incluso tras el fallecimiento de su marido, en 2008. Él tenía 98 años en ese entonces. “Fue una vida juntos, él era bueno e hicimos muchas cosas”, celebra Aurora.

Cuidada por su familia, pese al dolor de la pérdida la vecina continuó con su vida y sus actividades, entre ellas la pintura. Poco antes de la pandemia, se había quedado sin profesora. Una de sus nietas le consiguió una profesora particular que le enseñó nuevas técnicas.

Fue así que Aurora continúo pintando con óleos y acrílicos y produciendo una gran cantidad de cuadros de diverso tamaño y estilo. Su gusto principal son los clores vivos y los paisajes, más si hay presentes plantas y flores.

En la víspera de su cumpleaños número 100, en la familia pensaron en organizarle una exposición. Buscaron en salones del barrio y dieron con el Club Juventud de Saavedra.

Previo al evento, ocurrió uno de los hechos más dolorosos cuando su hijo mayor falleció. Él vivía en la propiedad de Ramallo y solían compartir el gusto por mirar carreras de Turismo Carretera, aparte de partidos ya que ella y buena parte de la familia es de River Plate.

Pese a lo delicado de la situación, celebrando la vida el sábado 16 de noviembre de 2024 realizó su exposición en el club barrial a beneficio de la iglesia San Isidro Labrador.

“No quería vender los cuadros, quería hacer la exposición con la condición de que las personas que venían trajera productos no perecederos. Me sorprendió el éxito, vino un montón de gente que trajo cosas y pudimos cargar dos autos llenos de mercadería. Me hizo muy feliz haberlo logrado”, destaca la vecina.

Casi un mes después, de vuelta en familia se celebró su cumpleaños. Una semana más tarde, sufrió un accidente doméstico que la llevó a estar internada. Tuvo que hacerse una cirugía de cadera, algo que hoy en día limita su movilidad, algo que de a ratos la pone triste.

Es más, Aurora cuenta que años atrás tuvo varias fracturas en el brazo derecho, con el que pinta. Tiene una prótesis que se desplazó, por lo cual cuando está sentada no “llega con el ángulo para pintar” como quisiera.

“Fueron unas semanas tremendas, es como si después de los 100 se me hubiera venido todo encima”, lamenta Aurora.

Pese a todo, fiel a su forma de ser, no se desalienta, piensa en los suyos y en el cariño diario, en todo lo que hay por hacer todavía. Así, todas las mañanas colorea con marcadores un cuadernillo con flores y otros motivos impresos. “A la tarde hago sopas de letras o miro deportes”, señala.

“Las ganas de pintar siempre están”, resalta sobre la tenacidad por sobreponerse frente a las dificultades, rodeada por su familia. “Hay días que se siente la angustia, pero no me puedo quejar, estoy acompañada y rodeada de cariño”.

Cuando Aurora cumplió 90 años, sus nietos le habían regalado un cuaderno con preguntas para que ella contara su vida. “Ya sabíamos, pero queríamos tenerlo escrito. Lleva 10 años de libro y sigue actualizándolo”, celebran en la familia.

“El libro lo terminé y sigo completando capítulos en hojas sueltas, acabo de escribir sobre el papa Francisco”, cuenta Aurora para mostrarse al día. Con esta misma lucidez, con estas mismas ganas es que la vecina de Saavedra compartió su vida, un siglo en este barrio junto a su familia.

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El Barrio

En medio del temporal, cientos de usuarios sin luz en Villa Urquiza

Son datos oficiales del ENRE.

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En medio del temporal que se desarrolla en la Ciudad de Buenos Aires desde la madrugada, este viernes por la mañana se registraban cientos de usuarios sin luz en el barrio de Villa Urquiza. Rige una alerta amarilla del Servicio Meteorológico Nacional (SMN).

Así figura en la página web oficial del Ente Nacional Regulador de la Electricidad (ENRE). Allí se detalla que por “Interrupciones en el Servicio de Media Tensión” en el barrio lindero a Saavedra había unos 367 usuarios sin luz. No se sabe cuándo se restablecerá.

Se trata de vecinos que residen en el área de la subestación Tecnópolis, según la página web oficial.

En el ENRE reportaban que a las 9.45 había 22.752 usuarios sin luz en el área concesionada a Edenor. En su mayoría eran usuarios del conurbano: 3100 en González Catán, 2400 en Isidro Casanova, 2200 en Mariano Acosta, entre otros.

El Gobierno porteño emitió estas recomendaciones ante la tormenta:

A los vecinos:

  • En caso de encontrar alguna calle anegada, no circular por ella.
  • No colocar macetas ni sillas de plástico y retirar las colocadas en ventanas o balcones que, por acción del viento, puedan ser arrastradas al vacío provocando en su caída consecuencias lamentables.
  • Tener sumo cuidado con tendederos y todo elemento que pueda provocar riesgos a terceros.
  • Asegurar los elementos que se encuentren en obras de construcción, tales como chapas, ladrillos, tirantes, etc.
  • No manipular artefactos eléctricos que hayan estado en contacto con el agua.
  • No arrojar latas, botellas u otros elementos que puedan obstruir los sumideros, ni depositar residuos en la vía pública, en los horarios y lugares no autorizados, ya que esto produce serios inconvenientes en el normal sistema de desagües pluviales.
  • Recordar que el horario para sacar las bolsas de residuos es de 19 a 21hs. de domingo a viernes.
  • Depositar los residuos siempre dentro de los contenedores y no dejar bolsas en la calle, ya que podrían tapar sumideros.
  • En caso de vientos fuertes o en momentos de lluvia, evitar trasladarse en zonas arboladas.
  • No tocar columnas del alumbrado, cajas de luz, o cualquier tipo de cables que hubiere en la vía pública.

A los automovilistas:

  • Usar siempre cinturón de seguridad.
  • Extremar las medidas de seguridad al conducir un vehículo. Recordar que la lluvia disminuye la visibilidad  y que las distancias de frenado varían con respecto a las condiciones climáticas normales.
  • Circular a velocidad reducida y siempre con las luces de posición encendidas.

En caso de detectar cualquier irregularidad que implique un riesgo, comuníquese de inmediato a la línea gratuita 103 de Emergencias en la Vía Pública y Edilicias.

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El Barrio

Vecinos presentaron una denuncia en la fiscalía ambiental por el estado del Parque Sarmiento

Los ciudadanos reclamaron por la presencia de “aguas servidas que emergen de un caño cloacal”.

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Vecinos del barrio de Saavedra radicaron una denuncia en la Unidad Fiscal Unidad Fiscal Especializada en Materia Ambiental (UFEMA) por el estado del Parque Sarmiento. Alertan por la presencia de aguas servidas.

“Vemos con preocupación la pérdida de espacio público en manos privadas a través de Concesiones o contrataciones directas, desde hace un tiempo vemos en la zona cercana a la parrillas y mesas ubicadas ingresando por Av Balbin 4750 por la calle central al llegar a la calle que circunda antes de la reja perimetral del 1er reservorio frente a la pista de atletismo girando a la derecha podemos apreciar charcos de agua”, señalaron los ciudadanos en su reclamo ante UFEMA.

“En principio consideramos que podría ser agua de lluvia o bien alguna perdida de agua potable, para sorpresa de todos son aguas servidas que emergen de un caño cloacal roto después de una cámara de inspección y al desbordar genera un importante foco de contaminación”, agregaron.

“Procuramos por intermedio de la presente se articulen los medios necesarios al solo efecto de exigir la solución de lo mencionado a la dirección del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires que corresponda”, concluyeron.

Vecinos dijeron a Saavedra Online que este miércoles hubo un camión desagotando la cámara dentro del parque.

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